Caminaba yo por la Rue de la Coutellerie en un invierno con mucho frío y nieve. Nieve que dificultaba mi paso realentizándome. -Contaba yo por aquel entonces con 22 primaveras, hacía apenas dos meses que me había mudado a París para estudiar arte en su famosa universidad.- De repente divisé a lo lejos la cara de un chico que se ocultaba tras su capucha. No sé que fue, pero algo sentí. Seguimos caminando y algo en mi esperaba nuestro cruce. Cuando nuestros alientos se encontraron vi una lágrima caer al suelo que no pudiste detener. No sé que me impulsó a ello, no sé que se me pasó en ese momento por la cabeza, -aunque lo más probable es que no haya sido nada.- Pero te grité que me esperaras. Levantaste la cabeza descubriendo tu precioso rostro que me enamoró en ese instante ya.
-¿Qué te ocurre?- Creo que si dije eso fue porque no sabía que más hacer. Tal vez hubiera metido la pata o tal vez no. Tras el incómodo silencio que me obligó a pensar una disculpa rápida tus piernas recorrieron el espacio que nos separaba y me rodeaste con los brazos. Me quedé atónita, era una de esas veces que no sabía lo que se debiera hacer pues no se enseñaba en ningún colegio.

Cuando levantaste la cabeza me propusiste el tomar algo y sin dudarlo un segundo acepté.
Me llevaste de la mano a un pequeño bar cercano, durante el camino te reías de mi pésimo francés y tu sonrisa no se borró en ningún momento. Llegamos al bar y pedimos unas copas, tu Martini, agitado, no revuelto, como el famoso James Bond, no te puedes imaginar la gracia que me hicieron esas palabras y a día de hoy no sé si lo hiciste por costumbre o por sacarme una sonrisa, de igual manera, supe que eras especial. por supuesto, yo sin embargo preferí el Baileys, clásico y elegante.
- A propósito, ¿A qué nombre respondes?- Esa era yo.
-Al de Aaron, ¿Y vos?
-Al de Aya. Y dígame Aaron, ¿A qué se debe el motivo de tu tristeza?
-Al reciente entierro de mi madre.- Tu cara tornó sombría, pero cuando más debía desaparecer ese calor que me embriagaba más necesidad tenía de él. Ya de hacer una locura hagámosla completa. Apreté mis nudillos, y acerqué mi cara a la tuya esperando respuesta. Tus ojos tristes se volvieron a iluminar, y en el momento que tus labios rozaron los míos me envenenaste. Y digo me envenenaste pues considero la droga veneno y ahora no puedo olvidar ese surco, esa figura tan bien dibujada debajo de tu nariz.
[Tus ojos tristes se volvieron a iluminar, y en el momento que tus labios rozaron los míos me envenenaste] ¡Me encanto! Un besito mi amor (:
ResponderEliminarjajaja Mil Gracias, conque a alguien le guste, ya estoy contenta.
ResponderEliminarUn Beso <3