domingo, 27 de diciembre de 2015

sábado, 26 de diciembre de 2015

Será que soy una romántica

Sigo creyendo en el amor efímero, el amor de una noche o bien de un día; también creo en el amor a pesar de las cosas: a pesar de los años, de los kilómetros, de las terceras o incluso cuartas personas. Creo en el amor que tiene que ser y que no fue y que como por obligación será, el frenar las cosas a veces solo sirve para contenerlas y cuando las vuelves a tener de frente luchan por salir, a pesar de las cosas, a pesar de todo. Dejar fluir, cuan de complicado parece y sin embargo lo simple que es. A veces se presenta como un simple sentimiento de tranquilidad, paz, bienestar y confort, donde solo tienes ganas de un abrazo que te abarque toda la noche y besos, muchos besos.
Lo peor llega cuando no puedes, cuando en la sociedad y la moral encuentras la horma y aún es más bastardo este sentimiento cuando en los ojos de tu amante ves las ganas que tiene de cogerte y salir corriendo sin importar la dirección, quieres que sea tu momento. Y el suyo. La risa nerviosa acude, pero no solo a tu rostro. Y ahí comienzas a hacerle el amor, sin tocarse, hacer el amor como sentimiento y no sabes si está mal o no tanto; pero tu te mueres de ganas y sin evitarlo sigues mirando, no se cruzan palabras, no se necesitan, es algo mutuo, algo inconsciente. Los fantasmas del pasado comienzan su ritual y la pregunta más tenebrosa retumba entre los dos ¿Y si...?
Y si nada. Haberlo pensado. Lo tuviste en las manos, en los labios, en la cama, lo tuviste para que fuera tuyo y ya no lo es. Ahora él es de otra y tu de otro y sin embargo la tensión se palpaba. Parece que ni tú te lo crees.

No. No lo intentes. Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes.