Saber que se esconde tras las miradas
lunes, 28 de diciembre de 2015
sábado, 26 de diciembre de 2015
Será que soy una romántica
Sigo creyendo en el amor efímero, el amor de una noche o bien de un día; también creo en el amor a pesar de las cosas: a pesar de los años, de los kilómetros, de las terceras o incluso cuartas personas. Creo en el amor que tiene que ser y que no fue y que como por obligación será, el frenar las cosas a veces solo sirve para contenerlas y cuando las vuelves a tener de frente luchan por salir, a pesar de las cosas, a pesar de todo. Dejar fluir, cuan de complicado parece y sin embargo lo simple que es. A veces se presenta como un simple sentimiento de tranquilidad, paz, bienestar y confort, donde solo tienes ganas de un abrazo que te abarque toda la noche y besos, muchos besos.
Lo peor llega cuando no puedes, cuando en la sociedad y la moral encuentras la horma y aún es más bastardo este sentimiento cuando en los ojos de tu amante ves las ganas que tiene de cogerte y salir corriendo sin importar la dirección, quieres que sea tu momento. Y el suyo. La risa nerviosa acude, pero no solo a tu rostro. Y ahí comienzas a hacerle el amor, sin tocarse, hacer el amor como sentimiento y no sabes si está mal o no tanto; pero tu te mueres de ganas y sin evitarlo sigues mirando, no se cruzan palabras, no se necesitan, es algo mutuo, algo inconsciente. Los fantasmas del pasado comienzan su ritual y la pregunta más tenebrosa retumba entre los dos ¿Y si...?
Y si nada. Haberlo pensado. Lo tuviste en las manos, en los labios, en la cama, lo tuviste para que fuera tuyo y ya no lo es. Ahora él es de otra y tu de otro y sin embargo la tensión se palpaba. Parece que ni tú te lo crees.
Lo peor llega cuando no puedes, cuando en la sociedad y la moral encuentras la horma y aún es más bastardo este sentimiento cuando en los ojos de tu amante ves las ganas que tiene de cogerte y salir corriendo sin importar la dirección, quieres que sea tu momento. Y el suyo. La risa nerviosa acude, pero no solo a tu rostro. Y ahí comienzas a hacerle el amor, sin tocarse, hacer el amor como sentimiento y no sabes si está mal o no tanto; pero tu te mueres de ganas y sin evitarlo sigues mirando, no se cruzan palabras, no se necesitan, es algo mutuo, algo inconsciente. Los fantasmas del pasado comienzan su ritual y la pregunta más tenebrosa retumba entre los dos ¿Y si...?
Y si nada. Haberlo pensado. Lo tuviste en las manos, en los labios, en la cama, lo tuviste para que fuera tuyo y ya no lo es. Ahora él es de otra y tu de otro y sin embargo la tensión se palpaba. Parece que ni tú te lo crees.
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No. No lo intentes. Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes.