sábado, 16 de abril de 2011

Bajaba yo por las calles de Manhattan, aunque en verdad, has de perdonarme pues no recuerdo bien si se trataba de Manhattan o Brooklyn, cuando absorta totalmente en mis pensamientos llegué a una esquina. Allí al fondo, dos edificios más al frente, tu te apoyabas con tu inseparable habano en los dedos de la mano derecha y en los zurdos un licor que yo conocía bien. Con cuidado e intentando alejar la patosidad de la que me caracterizo a un lado, me oculté esperando que tus ojos no dieran conmigo.
Necesitaba pensar y pensé. Si algo era seguro es que me iba a marcar la carrera de mi vida, pero, ¿En qué dirección?
Miré con cuidado otra vez en busca de la imagen que me devolvía tu perfil, allí seguías. En cierto modo y aunque me haya cruzado contigo antes, ahora mismo estás para representar mi futuro, y eso supone un reto, y tu ya sabes que si hay algo que no me gusta son los retos.


Detrás de mi se abría un complicado laberinto de calles por donde mis pasos me habían traído hasta ti. Acababa de recorrerlo, era todo lo que había dejado alguna vez atrás y tu bien sabes que remover el pasado tampoco es santo de mi devoción. 
A día de hoy, dieciséis de abril de 2011 sigo en esa esquina esperando que mi cuerpo alcance el valor que necesita para tomar una decisión seria en esta vida. 

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