martes, 2 de agosto de 2011

Mi celda

Llevábamos en aquella jaula poco más de 3 meses. Yo, el tío de Dandy, el Jonh, que era el mejor amigo de Dylan, y Philip. Cuatro hombres cuyo destino les había juntado ya en otras ocasiones. Aquella mañana, como cualquier otra, Jonh y yo nos habíamos levantado los primeros observando los barrotes que nos encerraban. Esperábamos a Dandy, a que nos trajera un par de rayas a cada uno. Los policías no paraban de pasar por delante. En ese momento todos morimos un poco, exactamente cuando las palabras que Jonh y yo nos temíamos salieron de la boca de aquella estructura imponente que golpeaba con su garrote en mi celda.
-Los nombres de los ejecutados hoy, por la gracia de Dios y en nombre de nuestro humilde pueblo serán:
-ANTHONY SIMMONS
-ROBERT FOSTER
-ERNEST GRAY
Al tiempo que encontramos nuestros ojos una sola palabra más hizo que el mundo se me partiera por tercera vez en mi vida.
-PHILIP ALEXANDER.
Rápidamente y dejando de oír los demás nombres, eché una carrera hasta el fondo de mi cárcel ahora ya, además de física, mental.
Jamás se me olvidará aquella escena mientras viva, pues Philip estaba tirado en los brazos del tío de Dandy Susurrándole cosas que no podía oír pero más tarde me las contarían. Decía con voz queda: "Por favor, no permitáis que caiga en el olvido tras esto mientras el último de vosotros caiga." "Era obvio que me llegaría el día".
Entonces, el hombre más valiente que había visto en mi vida, cruzó el umbral ante mi atenta mirada. Como siempre desfilaba cual soldado, con la cara bien alta. Sus corpulentos hombros propios de un chico fuerte no se rendían ante el momento. Y la luz parecía ceñirse a él, este era su momento, y me da vergüenza que haya tenido que morir para que pueda decir eso. Mi mejor amigo estaba cruzando el camino hacia la muerte. El policía le sacó de la jaula mientras yo permanecía inmóvil, ya fuera por miedo o conmoción, no acertaba a moverme.
Philip se giró hacia mí buscando mis ojos.
-Vivir para morir, morir para comprender.
En ese momento le perdí de vista. Sentí que mis ojos yacían en el medio de la cara cual fantasma y acerté al afirmar que llevaban mojados un buen tiempo ya.
Su pecado no había sido otro que el ser fiel a un amigo, y yo aún seguía vivo.

2 comentarios:

  1. "eché una carrera hasta el fondo de mi cárcel ahora ya, además de física, mental." (L)
    Un beso!

    ResponderEliminar
  2. Besos a ti también :3
    Gracias por leerme y seguirme :3

    ResponderEliminar

Deseos

No. No lo intentes. Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes.