miércoles, 13 de abril de 2011

Recuerdo aquella noche como si de esta tarde se tratase. Recuerdo perfectamente tus dedos bailando entre los míos. Tu podrías describir aquel momento como silencioso, pero a mi simplemente tu calor me lo decía todo. Tu boca se deslizaba gracilmente, bajaba hasta mi ombligo y volvía a subir, me decías que éramos como las olas en el mar, que teníamos un movimiento complementario, me susurrabas que estaba hecha para ti, y sinceramente no valíame discusión alguna. Éramos perfectos, ¿Verdad?, cada hueco de un cuerpo era ocupado con el otro, creábamos un inmenso espacio de sensaciones. Me hacías gemir sólo con tu ser, tu lo notabas y aún te esforzabas más.
De vez en cuando podía oír tu sonrisa jocosa, y mi alma ansiaba salir de su escondite, simplemente para decirte lo que te quería o simplemente para decirte que era tuya.
Recuerdo bien que te encantaba mi pelo, porque su roce provocaba en ti algo más parecido a la lujuria que a la pasión. No te atreverías a mentirme si te pregunto que pensabas estar así para siempre, o al menos eso espero. Porque yo por aquel entonces sólo pensaba en una cosa, cosa que llevaba tu nombre por bandera y tu voz como himno. ¿De verdad eso te gustaba?. Yo sabía que al terminar la maravillosa velada tu se acabaría. Realmente mereció la pena, y quisiera que tu lengua volviera a besar mi cuerpo. Una vez más, quisiera estar en la perdición. Entre tus piernas.

2 comentarios:

  1. ..siempre merece la pena, un sólo instante, si provoca estas palabras, un atisbo, un segundo, merece la pena...

    Bsos

    ResponderEliminar
  2. Pero el sabor que deja en los labios ahí permanece y por muy dulce que al principio quiera hacerse, siempre acaba amargándonos por dentro.

    Protinus te videre <3

    ResponderEliminar

Deseos

No. No lo intentes. Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes.